Obi na’onu
Ella Finer & Sheila Chukwulozie
Madre generadora, anticipadora. Voz de genio en la violencia de la luz del día, la eterna mañana. En el tipo de luz de la ciudad que enrojece tus párpados. Trabajo inmediato -en tiempo presente- agudo, ella siente la necesidad antes de que la necesidad aparezca. Enfermera antidisturbios. Corazón en boca (un ataque acústico). El latido, el latido, el latido, el latido. Los latidos... Cuán rápido nuestros corazones toman sentido en el sonido.
Todavía, ella envía su amor. Amor que nunca aterriza; amor que se cierne sobre el ecuador de noche, sin alas. La autocorrección, rara vez correcta, corrige la falta de útero en falta de alas. Ella adivina, la ausencia de útero es la ausencia de alas, y sabe que es más que una adivinación. Puede ser la máquina que nos dice algo sobre nuestros cuerpos flotantes. Algo acerca de la arquitectura materna de los interiores, el espíritu del lugar donde nos encontramos.
Algún tipo de mentira, que escribimos con algo menor a nuestro cuerpo. Cualquier cosa menos que nuestro cuerpo en busca de otro. Se hace la promesa de mirar más sus manos mientras escribe. Manos llenas de años. Manos añoradas añorando la forma del cuerpo perdido, el cuerpo buscado. Ella llama a los que escuchan a los perdidos, el grupo de búsqueda, ellos están allí con ella, haciendo el profundo y extraño trabajo del dolor. Buscando algo de gracia en la ciudad.
“El tiempo es madre.” [1] La angustia siempre está en tiempo presente. Esta verdad es parte de lo que hubiera querido…, ella rompe la frase mientras habla. Flota en el aire. Es mejor así, piensa. Los pensamientos viajan más lejos cuando no terminan. O tal vez los pensamientos se aclaran cuando el sonido se apaga - ¿Hola? ¿Puedes escucharme? ¿Hola? ¿Hola? Sí, puedo oírte. ¿Hay un desfase? - cuando se pierde la conexión las palabras adquieren nuevas energías.
[1] Ocean Vuong, Not Even This. Poetry Foundation, Abril 2020.
Encuéntrame, dice, en la estela de las palabras que escribo, en el cuerpo de mi escritura. Si las puertas y portones pueden tener su genio, ¿por qué no la página?
Y luego aparece la frase. Padre... no te acabes. Con el corazón en la boca ella hace un conjuro, “El tiempo es una madre”. Su genio, de la boca, de la ciudad, donde todo es una distracción de la nada que quiere ver/oír/saborear/oler/respirar. Dicen que se parece a la madre de su padre. Estar de luto por él la aburre, se ve imaginando nuevas formas para que él venga a este mundo. Es el dolor de sus muchas vidas, vivido y no vivido. Y luego vuelve a aparecer la frase. Padre... no te acabes. Los pensamientos viajan más lejos cuando no terminan. O tal vez los pensamientos se aclaran cuando el sonido se apaga, ¿Hola? ¿Puedes escucharme? Aquí en el desfase.
La voz se alcanza a sí misma, pero el pensamiento se ha movido al cementerio municipal: “Te lo prometo, estuve aquí. Sentí cosas que hicieron la muerte tan grande que era indistinguible del aire”. Respira más profundo… termina más lejos. Esta. Hora. Más lejos. Suspendidos de nuevo, en esta amplitud en la que respiramos. En esta amplitud de la que respiramos. En esta amplitud que nos recuerda que somos pequeños instrumentos hechos de huesos diminutos. ¿Son nuestras las manecillas de hueso del reloj? ¿Los que pertenecen a la Madre Tiempo, y a su padre antes que ella? Se necesita energía para olvidar, se necesita trabajo para hacer las cosas invisibles. Se necesita un largo razonamiento y trabajo circular para decir verdades increíbles.
"La profeta debe probarte que ella es un profeta dándote noticias increíbles, que solo creerás si la consideras profeta." [2]
[2] Anne Carson, “Cassandra Float Can.” Float, New York: Knopf, 2016.
Mareada en la ciudad, enferma por el ruido cuando quiere escuchar su corazón. En esta ciudad, su lengua pesa tres autos; su mandíbula se siente hecha de metal. Y en su boca de metal, los latidos del corazón suenan como un trueno. El ruido es el más incómodo de los pecados, a él se acercan los oídos de todo aquel que sufre. Créelo, ellos están haciendo los propios. Ruidos que provienen de las náuseas; no es de extrañar que su cabeza sea una tormenta en el mar.
En algún lugar bajo el ruido hay una insistencia de que hay vida generándose o vida que vale la pena generar. ¿Qué es esto debajo? ¿Y vale la pena generarlo? ¿Pueden los afligidos encontrar los estratos bajo el caos sensorial? Ella busca a sha. Intenta realizar el tranquilo deporte de la escritura. No puede oír nada cuando escribe; la escritura se la traga con la frecuencia con la que necesita ser escrita. Una frecuencia propia, una frecuencia fuera de rango. Su arte forastero busca fuera de alcance, se hunde. A la cuenta de tres, 1, 2 ...
Y mientras está debajo, lee acerca de “otras formas de conocer el mundo: espíritus de serpientes y volcanes”, [3] de las “advertencias del cuervo que danza y amenazas subagudas y el vudú y los juegos de palabras y una fealdad antigua espectacular.” [4] Y replantea el viaje por carretera a la ciudad, cuando vio la obra de teatro del libro El dolor es la cosa con plumas, con una mujer que ella ha perdido en el tiempo. Llegamos a ver el espectáculo. Solté algunas lágrimas. Madeleine estaba llorando... ¡recibimos un mensaje de texto de su madre diciéndole que ambas estábamos viviendo EL TIEMPO DE NUESTRAS VIDAS! Observa las letras (sí, en mayúsculas) y se pregunta qué diablos significa esto [una sonrisa, luego una risa con la boca abierta ante las palabras].
[3] Anna Tsing in “The Best of End Times: A Conversation with Anna Tsing.” Edge Effects by Charles Carlin, 2017. https://edgeeffects.net/anna-tsing/
[4] Max Porter, Grief Is the Thing with Feathers. Minneapolis: Graywolf Press 2016.
En la distancia (porque debajo hay un paisaje) oye el generador retrasado. La corriente se desfasa del voltaje. El latido y los latidos se sintieron. Al hacer un poco de silencio, siente el retraso de veinte centímetros en su lado izquierdo. Partes del cuerpo, como dos personas al teléfono, necesitan saber que aún pueden escucharse entre sí. Ella siente el retraso en el ritmo con las energías de otros lugares: los cambios cosmológicos. Esta es la nota de gracia del desfase, la que le deja suficiente espacio para flotar.
Y en este tiempo, en esta ciudad, ella fue la sirena de una herida abierta. Llorando, escribiendo, deslizándose por el universo. Rechazó. Un insulto fue para algunos que ella pudiera destrozarse y aun así mantenerse tan… muerta viviente-entera. Sufrir tanto y sobrevivir tanto era preferible a ser imaginada y no realizada. Inimaginable e irrealizable. Es más fácil vivir una vida determinada cuando abrazas lo "imposible" por la noche, le decía la Voz de su cabeza en el baño, y luego continuaba con el desayuno. Es un desafío despertarse por la mañana, solo para descubrir que el ruido estancado de lo "imposible" es un misterio en otros lugares y lo que pensabas que era la imposibilidad del mundo es solo tuya. Solo tu carga y quizás tu única carga. ¿Los demás? Todo lo que escuchan en sus sueños es el silencio de lo posible. La quietud ante la tormenta de lo que nace y se hace posible. Formado de nada más que de una danza de oscuridad y deseo, llega lo posible. Un bebé robusto, algo, nacido a pesar del útero oscuro y definitivamente gracias a él.
Ella masticó su ñame. Ella rechazó. Y ella vive.
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Nota al pie: Dios te salve, María, llena eres de gracia. Llena de repulsión. Llena de creación. Yo te salvo. Y ahora que hay un vaso en la mano, ¿sabes qué? Salve todas mis putas, perras malas, hermanas del sol, enfermeras antidisturbios, brujas extrañas, cansadas de sacar mierdas generadoras de posibles generaciones orquestando nuevas posibilidades, estás llena de Gracia. Rechazarás. Y vivirás. El corazón en la boca, un latido, un latido, un latido, y, aun así, lo harás. Zumbando como el extraño generador bajo la violenta luz del día...