El cambio climático y la aceleración de la inteligencia artificial parecen omnipresentes en el discurso público actual, sobre todo en Occidente. El carácter paradójico de esta situación es curioso, pero no sorprende. La inacción de la humanidad ante el cambio climático advierte de una catástrofe orgánica inminente, mientras que su avance activo hacia la inteligencia artificial sensible suele ir acompañado de severas advertencias de un desastre sintético. Como tales, estas conversaciones se producen a menudo en planos asintóticos, como si una no tuviera relación con la otra. Pintan la imagen de una mecha encendida simultáneamente en extremos opuestos con la humanidad situada, como siempre, en el centro.Para Les lichens ne mentent jamais / Los líquenes nunca mienten, Rindon Johnson presenta Podemos irnos cuando queramos, de día o de noche (empecemos que nos queda mucho por recorrer). En ella, entrelaza componentes de inteligencia artificial y líquenes para enfrentarse al cambio climático, abordándolos no como opuestos a los que enfrentarse en horizontes separados, sino como herramientas potenciales para informarse mutuamente.

La pieza mezcla elementos sonoros orgánicos, mecánicos y ambientales para construir un escalofriante paisaje sonoro de cavilaciones poéticas sobre los líquenes y su papel en la vida de los seres y el planeta. Podría decirse que los líquenes, como organismos compuestos, aprenden como los programas de inteligencia artificial, recopilando y combinando datos para crear una visión global del mundo, capaz tanto de influir en su entorno como de informar sobre él. Al reflexionar sobre su potencialidad, Johnson hilvanó fragmentos poéticos y utilizó un programa de inteligencia artificial llamado Descript, que había entrenado a lo largo de los años para imitar su voz. Después, junto con la voz de Descript y la de su hermano, grabó y superpuso varios fragmentos de ese poema, intercalados con pausas sonoras.

La poética de la pieza yuxtapone el avance constante de la naturaleza a los horrores cotidianos de la sociedad. Compara el modo en que la naturaleza y la humanidad transmiten información crítica y lo que ambas entidades hacen con ella. Aunque el mensaje no parezca positivo, tampoco es desolador. Por el contrario, aboga por una descentralización de la humanidad en el discurso sobre la supervivencia planetaria. Una comprensión de que estamos juntos en esto, un pluriverso de seres. "Hubo un momento en que nos dimos cuenta de que seguíamos enredados". Dice una de las tres voces. "Tuvimos que encontrar la manera de empezar de nuevo".

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Sound design de Alberto Rubi.

Podemos irnos cuando queramos, de día o de noche (empecemos que nos queda mucho por recorrer), encargado especialmente por la Fundación Nicoletta Fiorucci como parte de la World Weather Network. La Fundación Nicoletta Fiorucci es una organización sin ánimo de lucro que promueve la experimentación y la innovación con un enfoque en la ecología, la sostenibilidad y la inclusividad. Con sede en Londres, pero estructurada como un archipiélago de casas y espacios de residencia en diversos lugares de Europa, la Fundación encarga y produce proyectos visionarios y actúa como sistema de apoyo para artistas, diseñadores e instituciones. Fundada por Nicoletta Fiorucci y basada en el legado del Fiorucci Art Trust, la Fundación fomenta actualmente la exploración del arte a través de enfoques multisensoriales y poco convencionales, al tiempo que promueve la polinización cruzada de ideas radicales.