¿Cual es la medida de la nada? Infinidad, Virtualidad y Justicia
Karen Barad
[1] A lo largo del ensayo, invoco, y a veces mezclo, diferentes modalidades de sensibilidad como una forma de gesticular la multiplicidad de posibilidades de sentir lo insensible, incluyendo la posibilidad de expresiones sinestésicas y su detección. Evidencia científica de estimulación de experiencias sinestésicas a través de privación sensorial es al menos evocadora en su contexto. Ver, por ejemplo, la reseña de Pegah Afra, Michael Funke, y Fumisuke Matsuo, “Acquired Auditory-Visual Synesthesia: A Windorw to Early Cross-Modal Sensory Interactions,” Psychology Research and Behavior Magement 2 (2009), pp 31-37; y David Brang & V.S. Ramachandran, “Survival of the Synesthesia Gene: Why Do People Hear Colors and Taste Words?” PLoS Biol 9, no 11: e1001205.doi:1.1371/journal.pbio.1001205.
[2] Mientras comienzo este ensayo con la idea hacer zooming sobre la nada, no quiero que el lector confunda y piense que indeterminación, o más bien, el juego de in-determinaciones, está limitado al dominio de lo pequeño. Al contrario, el juego de indeterminaciones es ontológicamente anterior a las nociones de escala y, más generalmente, a las de tiempo y espacio. Es solo que con las tecnologías actuales ellas son más fácilmente detectables en escalas relativamente pequeñas.
Nada. El vacío. Una ausencia de materia. La página en blanco. Absoluto silencio. No cosa, no pensamiento, no consciencia. Completa insensibilidad ontológica. ¿Debemos enunciar otras palabras sobre la nada? ¿Qué hay por decir? ¿Cómo comenzar? ¿Cómo se puede decir algo acerca de la nada sin violar su misma naturaleza, acaso aún sus condiciones de posibilidad? ¿No es siempre una declaración sobre la nada una violación performativa de lo que uno quiere abordar? ¿No hemos dicho ya demasiado simplemente pronunciando su nombre? Tal vez deberíamos permitir al vacío hablar por sí mismo.
Por lo menos, escuchar a la nada parecería requerir una atención exquisita a cada detalle sutil. Supongamos que tenemos un instrumento afinado y ultrasensible que podríamos usar para enfocar y sintonizar los matices y sutilidades de la nada. [1] Pero, ¿Qué significa enfocarnos en nada, mirar y escuchar con una sensibilidad y agudeza siempre en aumento, moverse a escalas más finas y finas de detalles de...? Por desgracia, es difícil concebir cómo uno se orientaría a sí mismo en una tarea como ésta. ¿Qué define la escala en el vacío? ¿Cuál es la métrica del vacío? ¿Cuál es la medida de la nada? ¿Cómo aproximarnos a ella? [2]
De cara a esto, tales preguntas parecen vacías, pero puede haber aquí más de lo que parece. Consideremos, primero, instalar las condiciones para el experimento: empezamos con un vacío. Ahora, si un vacío es la ausencia de todo, de toda materia, ¿Cómo podemos estar seguros que tenemos nada en las manos? Necesitamos hacer una medición para confirmarlo. Podríamos iluminar con un rayo de luz el vacío, o usar cualquier otra prueba, pero eso introduciría al menos un fotón (quantum de luz) en la escena, destruyendo así la mera condición de lo que buscamos. Así como encender la luz para ver la oscuridad, esta situación evoca las condiciones mutuamente excluyentes de im-posibilidad en cuestión en la interpretación sobre física cuántica de Niels Bohr.
Las mediciones, incluyendo prácticas como zooming o examen de pruebas, no suceden solas (en lo abstracto) -necesitan aparatos de medición específicos. Las mediciones son prácticas agenciales, las cuales no son simplemente reveladoras, sino performativas: ayudan a constituir y son parte constitutiva de lo que está siendo medido. [3] En otras palabras, las mediciones son intra-acciones (no interacciones): los agentes de observación son inseparables de lo observado. Las mediciones son productoras-de-mundo: materia y significado no preexisten, sino más bien son co-constituidos vía intra-acciones de medición.
[3] Para una discusión detallada de las mediciones en física cuántica, ver Karen Barad, Meeting the Universe Halfway: Quantum Physics and the Entanglement of Matter and Meaning (Durham, N. C.; Duke University Press, 2007).
Si la intra-acción de medición juega un rol constitutivo en lo que es medido, entonces importa cómo algo es explorado. De hecho, esto deriva empíricamente en experimentos con materia (y energía): cuando los electrones (o luz) son medidos utilizando un tipo de aparato, son ondas; si son medidos de una forma complementaria, son partículas. Tomemos en cuenta que de lo que estamos hablando aquí no es simplemente un objeto que reacciona de manera diferente a diferentes sondeos, sino que es diferente. Lo que está en cuestión es la mera naturaleza de la naturaleza. Una ontología cuántica deconstruye la clásica: no hay objetos individuales pre-existentes con fronteras y propiedades determinadas que preceden algunas interacciones, ni hay conceptos con determinados significados que puedan ser utilizados para describir sus comportamientos; en su lugar, determinados límites y propiedades de objetos-dentro-fenómenos, y determinados significados contingentes, son representados por medio de intra-acciones específicas, donde los fenómenos son la inseparabilidad ontológica de los agencias de intra-acción. Las mediciones son prácticas materio-discursivas de materialidad. Y los fenómenos son configuraciones contingentes de materialidad. En el corazón de la física cuántica existe una inherente indeterminación ontológica. Esta indeterminación sólo es parcialmente resuelta en la materialización de fenómenos específicos: la determinación, como material representado en la mera constitución de un fenómeno, siempre implica exclusiones constitutivas (las cuales deben permanecer indeterminadas). Ahora, una cosa es que la materia se materialice diferente acorde a diferentes prácticas de medición, pero ¿Hay alguna forma en la que la especificidad de prácticas de medición importe si estamos midiendo el vacío, cuando el vacío es presumiblemente nada?
Complementariedad. [4] Contingencia. Indeterminación. Inseparabilidad. Cualquier intento de decir algo, cualquier cosa, aún acerca de nada, y nos encontramos siempre inmersos en la escena de la in-determinación cuántica.
[4] La noción de complementariedad de Bohr no sigue el uso coloquial. Por “complementariedad” quiere decir simultáneamente “mutuamente exclusivo” y “mutuamente necesario”.
Las preguntas sobre la naturaleza de las mediciones –o más en general, intra-acciones– están al centro de la física cuántica. Las intra-acciones son prácticas de hacer una diferencia, de cortar juntos-separados, enredando-diferenciando (un movimiento) en la creación de fenómenos. Los fenómenos –enredo de materialidades a través del espacio-tiempo– no son en el mundo, sino del mundo. De manera importante, las intra-acciones no están limitadas a las prácticas de medición humanas. De hecho, los temas en cuestión al momento de explorar el vacío no son meramente cuestiones de prácticas exploratorias humanas en la búsqueda del conocimiento, sino que se piensan como asuntos ontológicamente conmovedores que van a la naturaleza misma de la materia misma.
Cuando se trata de vacío cuántico, como todo lo que tiene que ver con fenómenos cuánticos, la indeterminación ontológica (no la incertidumbre epistemológica) está en el corazón de (la) materia… y no-materia. De hecho, ¿No es más bien la naturaleza misma de la existencia la que está en cuestión, o más bien, la no-existencia, o las condiciones de im-posibilidad para la no-existencia...? O acaso esa es la misma pregunta que el vacío sigue haciéndose. Tal vez el continuo cuestionamiento de sí mismo es lo que genera, o más bien es, la estructura de la nada. El vacío está sin duda haciendo sus propios experimentos con el no-ser. [5]
[5] En Meeting the Universe Halfway (ver nota 2), sostengo que las cuestiones de epistemología no están separadas de las de ontología. Y saber no es la única prerrogativa de los humanos. De hecho, sugiero una reelaboración de saber (incluso cuando se aplica a los humanos) a la luz de la física cuántica. En cualquier caso, es fácil ver que “acercarse/enfocarse” no es una actividad únicamente humana. Por ejemplo, la larva de escarabajo de buceo viene equipada con lentes bifocales. Y la luz emitida por el sol, que consiste en fotones de diferentes frecuencias, y también otras partículas, son capaces de realizar diferentes escalas de longitud sin ayuda humana.
In-determinación no es el estado de una cosa, sino un dinamismo interminable. El juego de la in-determinación explica los des-haceres de la nada.
Desde el punto de vista de la física clásica, el vacío no tiene materia ni energía. Pero el principio cuántico de la indeterminación ontológica pone en cuestión la existencia de tal energía-cero y materia-cero, o más bien, la convierte en una pregunta sin una respuesta pronunciable. Un asunto irresuelto, o más bien, un no-asunto. Y si la energía de nada no es determinadamente cero, ésta no está determinadamente vacía. De hecho, dicha indeterminación es responsable no solo de que el vacío no sea nada (mientras no sea algo), pero podría de hecho ser la fuente de todo lo que es, una matriz de la que nace existencia. Nacimiento y muerte no son la única prerrogativa del mundo animado. Seres “inanimados” también tienen vidas finitas. “Partículas pueden nacer y partículas pueden morir,” explica un físico. De hecho, “esto es un asunto de nacimiento, vida y muerte que requiere el desarrollo de un nuevo sujeto en física, el del campo de la teoría cuántica… La teoría del campo cuántico es una respuesta a la naturaleza efímera de la vida.” [6]
[6] A. Zee, Quantum Field Theory in a Nutshell, 2n ed. (Princeton, N.J.: Princeton University Press, 21 [orig. 2003]), p.3-4.
La Teoría del Campo Cuántico (QFT por sus siglas en inglés) fue inventada en los años veinte, y su desarrollo continúa hasta hoy. [7] Es una teoría que combina ideas de la teoría del campo clásico del electromagnetismo (mediados del siglo diecinueve), relatividad especial (1905), y mecánica cuántica (años veinte). QFT nos lleva a un nivel de comprensión más profundo del vacío cuántico y sus implicaciones. De acuerdo a la QFT, el vacío no puede ser determinadamente nada porque el principio de indeterminación permite fluctuaciones del vacío cuántico. [8] ¿Cómo podemos comprender las “fluctuaciones del vacío”? Primero, es necesario saber algunas cosas acerca de lo que los físicos quieren decir con la noción de campo.
[7] Ver Silvan S. Schweber, QED and the Men Who Made It (Princeton, N.J.: Princeton University Press, 1994).
[8] Esto es, permite fluctuaciones alrededor de un valor de cero para su energía.
Un campo es algo que tiene una cantidad física asociada con cada punto en el espacio-tiempo. [9] Consideremos un simple ejemplo de un campo: una infinita membrana de tambor a la que se le puede asignar un valor de desplazamiento variable en el tiempo en cada punto del espacio. Si la membrana no está vibrando, entonces está completamente plana y tiene el mismo valor en todas partes –llamémosle valor cero, correspondiente al no desplazamiento. Si ahora un baterista golpea la membrana, ésta vibra, y las ondas de energía fluyen hacia afuera de donde fue golpeada. En este caso, los valores de campo varían en el espacio y el tiempo acorde al desplazamiento de las ondas en la superficie. Hasta ahora tenemos una teoría de campo clásica, con una membrana de tambor perfectamente inmóvil representando el vacío clásico, un estado de energía no-cero. Ahora añadimos física cuántica. Cuantizar el campo significa que solo ciertos y discretos estados vibracionales existen. (Si no se tiene la costumbre de pensar en los diferentes modos de vibrar de un tambor, puede ser más fácil visualizar un instrumento de cuerdas con solo un conjunto discreto de ondas estacionarias, o armónicas, posible.) Ahora añadimos relatividad especial, en particular, la idea de que la materia y la energía son equivalentes (E = mc2). Ya que las vibraciones en el campo llevan energía, y solo un discreto conjunto de estados de energía puede existir, y un valor de masa puede ser asignado a cada estado de energía, entonces podemos ver que un campo vibratorio en una frecuencia particular de energía es equivalente a la existencia de partículas de materia con una masa particular. Esta correspondencia entre partículas cuánticas y campos cuantizados es la piedra angular de la QFT.
[9] Por ejemplo, el patrón específico hecho por limaduras de hierro alineadas en presencia de un imán puede ser entendido como las marcas de una configuración de campo magnético específica.
Ahora regresemos a nuestra pregunta: ¿Qué son las fluctuaciones de vacío? Utilizando el ejemplo del tambor, el vacío cuántico correspondería al estado donde el valor promedio de los desplazamientos es cero en todas partes, es decir, no hay baterista golpeando el tambor. Y sin embargo, la quietud de la membrana no está asegurada, o más bien, no hay un hecho determinado que demuestre que la membrana está perfectamente inmóvil, incluso en la ausencia de disturbios externos, incluyendo el tamborileo. En otras palabras, las fluctuaciones son las vibraciones indeterminadas del vacío o el estado de cero-energía.
Poniendo este punto en el lenguaje complementario de partículas en lugar de campos, podemos entender las fluctuaciones de vacío en términos de la existencia de partículas virtuales: las partículas virtuales son quanta de las fluctuaciones de vacío. Es decir, las partículas virtuales son indeterminaciones cuantizadas en acción. Ciertamente, esto es difícil de imaginar, incluso más que la explicación que generalmente se da. De acuerdo al conocimiento habitual, las partículas virtuales son entidades de muy corta vida que entran y salen de la existencia tan rápido que no pueden ser detectadas, y por lo tanto no son reales, no en el mismo sentido que las partículas actuales. Pero esta forma de expresarlo conlleva una temporalidad y ontología incorrectas.
Virtualidad no es un resurgimiento veloz, un estallido dentro y fuera de la existencia con gran rapidez, sino más bien la indeterminación de ser – no-ser, una no-existencia fantasmal. En otras palabras, la representación común de las fluctuaciones del vacío cuántico como un escenario de actividad virtual encubierta –pares de partícula-antipartícula rápidamente entrando y saliendo de la existencia, saliéndose con la suya solo si sucede suficientemente rápido como para que no podamos saberlo, es decir, que no podemos en realidad contar ninguna divergencia de la nada pura, como un banquero jugando rápido y holgado con las cuentas, sacando dinero y devolviéndolo antes de que alguien note que falta algo en el libro mayor –es de validez cuestionable. [10] El vacío no es un personaje sombrío, éticamente cuestionable. Más bien, el vacío es un reino espectral con una existencia fantasmal. Ni siquiera la nada puede estar libre de fantasmas. [11] Las partículas virtuales no tratan con una metafísica de la presencia. Ellas no existen en el tiempo y el espacio. Son no-existencias fantasmales que se balancean en el borde del filo infinitamente delgado entre ser y no-ser. Hablan de indeterminación. O más bien, no hay palabras determinadas dichas por el vacío, solo un silencio que habla que no es ni silencio ni habla, sino las condiciones de im-posibilidad para la no-existencia. Hay un infinito número de im-posibilidades, pero no todo es posible. El vacío no está vacío, pero tampoco hay algo en él. Por lo tanto, podemos ver que la indeterminación es clave no solo para la existencia de la materia, sino para su no-existencia, o más bien, es la clave para el juego de la no-existencia.
[10] La historia que muy frecuentemente es contada acerca de la existencia de partículas virtuales es que es un resultado directo del principio de incertidumbre de Heisenberg. Pero el principio de “incertidumbre” (sic) de energía-tiempo está lejos de una cuestión arreglada. Notablemente, investigaciones recientes respaldan la interpretación de esta relación en términos de indeterminación en vez de incertidumbre. Es decir, lo que está en cuestión es la “indeterminación objetiva [ontológica]” (Paul Busch), no la incertidumbre epistemológica. Ver, por ejemplo, Paul Busch, “The Time-Energy Uncertainty Relation,” en Time in Quantum Mechanics, ed. Juan Gonzalo Muga, Rafael Sala Mayato, and Íñigo L- Egusquiza, 2nd ed. (Berlin: Springer, 2008 [orig. 2002]). Ver también Barad, Meeting the Universe Halfway (ver nota 3), para un detallada cuenta de las diferencias en interpretación señaladas por cuestiones de incertidumbre (Heisenberg) versus indeterminación (Bohr).
[11] Para lecturas materialistas de la “hauntología” de Derrida (en oposición a “ontología”), ver Karen Barad, “Quantum Entanglements and Hauntological Relations of Inheritance: Dis/continuities, SpaceTime Enfoldings, and Justice-to-Come,” Derrida Today 3, no. 3 (2010), p. 24-68; Vicki Kirbi, Quantum Anthropologies: Life at Large (Durham, N. C.: Duke University ress, 2 O11); y Astrid Schrader, “Responding to Pfiesteria piscicida (the Fish Killer): Phantomatic Ontologies, Indeterminacy, and Responsability in Toxic Microbiology,” Social Studies of Science 40, no. 2 (April 2010), pp. 275-306.
Las partículas virtuales no son en el vacío sino desde el vacío. Están en el filo del no-ser. El vacío es una tensión animada, una orientación deseada hacia el devenir-ser. El vacío está lleno de anhelo, estallando con innumerables imaginaciones de lo que podría ser. La tranquila cacofonía de diferentes frecuencias, hablas, ritmos, melodías, ruidos, escalas pentatónicas, lamentos, ráfagas, sirenas, susurros, síncopas, cuartos de tono, alegros, ragas, bebops, hip-hops, murmullos, quejidos, gritos, son enhebrados a través del silencio, listos para salir, pero simultáneamente cruzados por una interrupción, disipando, dispersando el sonido que sería en el no-ser, una sinfonía indeterminada de voces. La página en blanco rebosante de los rastros de deseos por ser de cada símbolo, ecuación, palabra, libro, biblioteca, signo de puntuación, vocal, diagrama, garabato, inscripción, gráfica, letra, mancha de tinta, mientras anhelan la expresión. Un júbilo de vacío.
No pensemos ni por un minuto que no hay efectos materiales de anhelo e imaginación. Las partículas virtuales están experimentando con las im-posibilidades de no-ser, pero eso no significa que no sean reales, al contrario. Consideremos este titular reciente: “Está confirmado: la materia es solamente fluctuaciones de vacío.” [12] El artículo explica que la mayor parte de la masa de protones y neutrones (los cuales constituyen el núcleo y, por lo tanto, el grueso del volumen de un átomo) se debe no a sus partes constitutivas (los quarks), que solo representan el 1% de su masa, sino más bien a la contribución de partículas virtuales. Tratemos de entender esto mejor. Consideremos una partícula individual. De acuerdo a la física clásica, una partícula puede estar por su propia cuenta. Simplemente situamos una partícula en el vacío –un deleite democritiano. Pero de acuerdo a la QFT, una partícula física, incluso una (presumiblemente) partícula sin estructura fija como un electrón, no reside simplemente en el vacío como una entidad independiente, más bien es inseparable del vacío. El electrón es una partícula fija sin estructura “vestida” con sus intra-acciones con partículas virtuales: intra-actúa consigo mismo (y con otras partículas) a través del intercambio mediado de partículas virtuales. (Por ejemplo, un electrón podría intra-actuar consigo mismo mediante el intercambio de un fotón virtual, o cualquier otra partícula virtual, y esa partícula virtual podría además participar en otras intra-acciones virtuales, y así.) No cualquier intra-acción es posible, pero el número de posibilidades es infinita. De hecho, la energía-masa de ese infinito número de intra-acciones virtuales produce una contribución infinita a la masa del electrón. Pero, ¿Cómo esto puede ser cuando la masa de un electrón físico es claramente finita (de hecho, es bastante pequeña desde nuestra perspectiva)? La explicación de los físicos es que el punto solitario (“desnudo”) de la contribución de la partícula es también infinito (infinitamente negativo debido a la carga negativa del electrón), y cuando los dos infinitos (aquel del electrón desnudo y el de la energía misma del vacío) se adhieren correctamente , la suma es un número finito, ¡y no cualquier número finito, sino aquel que iguala el valor empírico de la masa del electrón! [13] En otras palabras, un electrón no es solo “él mismo” sino que incluye una “nube” de un número indeterminado de partículas virtuales. Todo esto puede parece una historia descabellada, pero resulta que las fluctuaciones de vacío tienen consecuencias medibles directas (p. ej. El efecto Lamb, el efecto Casimir, el momento magnético anómalo del electrón). [14]
[12] Stephen Battersb, New Scientist, 20 de noviembre de 2008. www. newscientist.com/article/dn1695-its-confirmed-matter-is-merel-vacuum-fluctuations.html (sitio visitado en Febrero de 2012).
[13] Tal vez sea útil recordar que no todos los infinitos son del mismo tamaño. Por ejemplo, el número de los números reales (un conjunto infinito incontable) es más grande que el número de enteros (un conjunto infinito contable).
[14] Wikipedia tiene explicaciones relativamente accesibles de estos fenómenos.
Entonces, incluso los pedazos más pequeños de materia son una enorme multitud. Cada “individuo” está compuesto de todas las historias posible de intra-acciones virtuales con todos los Otros. La indeterminación es un des-hacer de la identidad que trastorna las mismas bases del no-ser. Junto con Derrida podríamos entonces decir: “la identidad… sólo puede afirmarse a sí misma como identidad para sí misma abriéndose a sí misma a la hospitalidad de una diferencia de sí misma o a una diferencia consigo misma. Condición del yo, tal diferencia de y consigo mismo sería justo eso que es... el extraño en casa.” [15] Los individuos están infinitamente endeudados a todos los Otros, donde endeudamiento no se trata de una deuda que sigue o resulta de una trans-acción, más bien, una deuda que es condición de posibilidad del dar-recibir.La indeterminación ontológica, una apertura radical, un infinito de posibilidades, es el centro de la materialidad. Qué tan extraña esa indeterminación, en su infinita apertura, es la condición para la posibilidad de todas las estructuras en sus in-estabilidades de reconfiguración dinámica. La materia en su materialización iterativa es un juego dinámico de in-determinaciones. La materia nunca es un asunto resuelto. Siempre está radicalmente abierta. El cierre no se puede asegurar cuando las condiciones de im-posibilidades e indeterminaciones vividas son integrales, no suplementarias, a lo que la materia es. La nada no es ausencia, sino la infinita plenitud de apertura. Las infinitudes no son meras idealizaciones matemáticas, sino marcas encarnadas de in-determinación. Los infinitos son parte constitutiva de todo material “finito”, o tal vez más acertado, “af-finitos” (afinidades, del latín, “relacionado a, lindado con; conexión, relación”). La representación ha confesado sus defectos a lo largo de la historia: incapaz de transmitir incluso la sombra más pálida del Infinito, se ha resignado a la incompetencia para tratar con lo trascendente, maldiciendo nuestra finitud. Pero si escuchamos cuidadosamente, podemos percibir los murmullos susurrados de la inmanente infinitud en los detalles más pequeños incluso. La infinitud es la reconfiguración material continua de nada; y el finito no es la proyección aplanada y disminuida en el muro de una caverna, sino una riqueza infinita. La idea de finitud como carencia es carente. La presumible carencia de habilidad de lo finito para sostener el infinito en sus manifestaciones finitas parece empíricamente infundada, y acorta los recursos agenciales infinitos de indecibilidad-indeterminación que siempre están en juego. Infinito y nada no son los puntos terminales que definen a una línea. Infinito y nada son infinitamente enhebrados a través de uno y otro para que cada pedazo infinitesimal de cada uno siempre mantenga al otro. Las posibilidades de justicia-por-venir residen en cada pedacito de finitud.
[15] Jaques Derrida, Aporias (Standford: Standford University Press, 1993), p. 10.
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"What Is the Measure of Nothingness? Infinity, Virtuality, Justice" fue por primera vez publicado como parte de "100 Notes - 100 Thoughts" con motivo de la dOCUMENTA 13, 2012 y publicado en inglés y alemán por Hatje Cantz Verlag.